Mi alma cabalga en diminutos
caballitos de mar y caracoles,
entre medusas, antípodos
y grandes peces depredadores.
El fondo del océano es oscuro
más no tengo miedo alguno
los peces brillan con luz propia
dándome la paz que necesitaba.
A pesar de que aquí el agua es helada
esto es más real que la vida allá afuera,
aquí no cabe la incertidumbre ni el dolor
ni la hipocresía, mucho menos la traición.
Margarita