Tula

La noche de las barcas


Los veleros zarparon al anochecer,

la tormenta recién comenzada

les invitó a la bahía,

a la calma detrás de la ensenada,

pero quedaban restos del viejo huracán

y el soplo del viento llenó de ruidos

la noche de las barcas,

de las velas atadas al mástil,

de las ratas tras cada rincón

huyendo de un lado a otro por cubierta,

la noche en que quisimos

poner a salvo el amor

y cada cual tomó su bote

para remar hasta la orilla,

dejando atrás los rugidos de las olas,

la noche en que una playa recibió

los cuerpos inertes de olvido,

olvidados de deseos truncados

que solo miraban como el mar

se tragaba los bajeles.