Cuentan que una abeja
que era muy malcriada
y muy altanera,
que dejó abandonada
su propia colmena,
para ver si así sola
sin una compañera
sería la gran libadora
de flores enteras;
para que cuando las otras
libar quisieran
no hallaran ni sombra
del trabajo de ella.
Y había tanto néctar
en las flores aquellas
que por más que libara
lo que ella quisiera
al llegar las otras
aunque tarde fuera
hallaban el néctar
como granos de arena
y así la abeja
sufrió su condena
de creer que al libar
sería la primera
pero habían tantas flores
como en el cielo estrellas
que la miel rebosaba
en todas las colmenas.
Que tonta la abeja fue
y ahora sufre su pena:
Cuando Dios provee
la escasez no llega.
AUTOR: Alejandro J. Diaz Valero
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Maracaibo, Venezuela