Que mis versos te diluyan en el recuerdo más oscuro,
pues su tinta renegrida, es aún más clara que tu alma.
No hay rencores en mi ser, florecido de alegrías,
más los rastros del pasado, cautivados en tus noches,
se reniegan al encanto, por temor a otro fracaso.
Lo mejor de tanta lucha, es que me he vuelto guerrera,
que mis dones son mi escudo y mi mirada premiación.
Rogaré al cielo resguarde, a tu ser de todo mal,
pues, tu hipocrita descaro y tu falta de valor,
son aún el hombre que amo y del que nunca diré adiós.