Pronto, las celdas se abrieron,
y al fin se transmutan
los silencios del color.
La luz desempaña los cristales.
Decrépita se torna la sonoridad del crepúsculo.
Se gira dándole la espalda a los aplausos al sol.
Conjuntándose los extremos; trenzados conviven promiscuos.
Sabedores enlazan sus fines,
esparciendo los néctares de sus ubres.
Las formas desanudan movimientos, su brío,
y el pensar soñoliento de negruzcos tizones,
pasivo, se adormece; pautando agitaciones.
Ya acuden las imágenes al río,
los sueños paladean un eclipse
y adquiere la conciencia el despertar.
El peso del tacto, la caricia, el arañazo.
Como experto escritor con su relato,
por ser sentir humano, confirma mientras dice.
Pronto -duran poco- las luces se quiebran.
Las horas parecen segundos,
la fatiga acude y las celdas se cierran.
318-omu G.S. (BCN-2012)