Era de noche y tu voz
En la habitación,
había un aroma que exigía
respirar profundamente
y era todo tan sutil, que las manos
revoloteaban por las paredes.
Había momentos
de sensaciones inciertas
y un cigarro encendido
acompasaba la penumbra.
Sonidos confusos
entre dos cuerpos desnudos.
En tu silencio me pierdo,
por un mar de vientos.
Ya el tiempo surge inmóvil.
Pero en nuestra soledad,
vuelves la mirada
apaciguada y ausente.
Incoherente si te imagino;
con los ojos te acaricio
y te evado con las manos.
La realidad nos destruye
y la piel nos une.
La tierra no es auténtica
y la voz tiembla todavía.
Solo reconozco el sabor de tu cuerpo
y en tus latidos, yo invento
las olas de la vida,
al compás olvidado del encuentro.