¡Silencio!... escucha, escucha,
la voz de la arcana muerte,
y mira mi aliento inerte
que ya perdió su pujanza.
Hay de rubí una navaja
en el suelo moteado,
hay en mi mano manzanas
líquidas como mis venas,
hay un río de cerezas
que se endurecen llorando.
Hay tanto frío dormido
encima de las paredes,
y todavía se escucha
la voz de la arcana muerte
y cómo sin fin acerca,
su seseo y su silbido.