Te recuerdo,
porque el rudimentario hombre
que vivía en mis cavernas profundas
se dedicó a dibujarte con tonos rojizos
en los párpados de mis ojos cerrados.
Antes que comenzara la historia
moderna de éste dolor,
no se había inventado la mentira,
ni la tristeza, ni la soledad,
hasta que el fuego de tu mirada
lo cambio todo.
Y el amor evolucionó,
tan sólo para que con el paso
del tiempo el hombre de mis
cavernas caminara erguido
en dos piernas que lo llevan
a ninguna parte de este mundo.