Eres materia prima, tú, la arcilla,
con belleza de color y consistencia
desde el rojo, el verde, el gris, el blanco.
Te acaricia el artista con desvelo
hasta hacerte moldeable con el agua,
montada en el estique.
Empiezan asomarse formas varias
en la mente del ingenuo artesano,
o de aquel que ha forjado esculturas
con sus hábiles manos.
Poco a poco aflora el misterio
dejando apreciar la magnífica obra
arropada en polícromos vestidos.
El público admirado ve la joya
digna de decorar cualquier espacio,
donde hombres y mujeres pasen ratos
en el descanso que con creces se han ganado.
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MIRIAM RINCÓN URDANETA.