La noche recoge su negro telón,
sus pasos sus latidos y su sombra,
un suspiro auroral susurra a mis oídos
acalambrando mis tendones,
erizando mi piel y todo mi esqueleto .
Una luz fulgurante nace en el oriente,
van cerrando sus ojos uno a uno los luceros
otros, se esconden y huyen aterrados,
los gallos menudean, se alborota el gallinero.
En la quincha las ovejas balan
y crujen los chanchos en el chiquero,
lloran los sauces lágrimas de júbilo,
y una sinfonía de zorzales me despierta
es la alborada que al Señor rinde pleitesía .
Amaneció en el ande, el sol va pintando la cordillera,
brillan las rocas, y en la ladera los arbustos reviven.
es mayo, las flores silvestres multicolores
inundan de fragancia el paraje,
los coposos molles pintan de verde la orilla del río,
canta el agua diáfana de las cascadas
y las tranquilas posas plateadas
retratan a las palomas que fugaces vuelan
buscando en las parvas el sostén diario
una humareda espesa emerge por el tejado
y resuenan los golpes del batán;
la chacra recién arada huele a tierra húmeda,
el rostro angelical de un niño es color del bizcocho
y es color de las tunas de maram.
el sol calienta mi poncho de lana,
mi perro se baña en esa luz y se revuelca.
Es el nacer de un nuevo día
es un nuevo intento, es un nuevo reto,
es como abrir la siguiente página de un libro,
es volver a la faena, y a Dios doy gracias
por concedernos este milagro.
J. Eugenio Sánchez Bacilio (Jesbac)