La noche palidece ante tus ojos,
profundos, penetrantes, sugestivos…
Brillando en sentimientos siempre vivos,
provocan de mi amor dulces antojos.
Con magia se liberan los cerrojos,
brotando en mil anhelos fugitivos.
Discurren por mi piel besos cautivos,
que emanan de tus labios en manojos.
Tus manos en mi cuerpo toman vida,
dos aves, vuelo alegre y presuroso.
Tibieza, suavidad desinhibida,
surgiendo en dulce vuelo cadencioso,
caricia de ternura incontenida…
Preludio de un amor maravilloso.