Día cualquiera, sin nada
de particular, me fui en el andar
a buscar flores por el pedregal...
Quien diría; ese día,
marcaria el fin
de mi inocencia,
de mi ingenuidad
de mi respirar...
Su fuerza duplicaba la mía,
por más que intente zafarme
su intensión era aprisionarme...
El terror recorre mi mente
el dolor cercena mi cuerpo
la fragidez de mi piel cede
al gélido frio del metal...
No existe castigo tan grande
que condenare tanta barbarie
jamás pagareis el precio pues
eres verdugo cruel sin ley,
ni escrúpulos...
Mi carne en la ensenada
a gritos de sus olores
quiere ser descubierta,
dar testimonio
de lo que nadie presencio...
Mi alma, pide justicia
de la malicia contra la vida
, contra una niña que
jamás creció.