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Dejas prenda

 

Cuanto admiro tu esencia, costurera pronuncia valores,

entre versos y con rimas los transmite.

Amasa las quejas, consensuada con el tono lírico.

 

 

Acompañas tus denuncias de arias extremas,

que batallan como diamante, contra injusticias obran,

apoyando sus venas sobre el espacio del evento onírico.

La lealtad es la indumentaria de tu fortaleza.

Cuidas el bosque de los sentidos,

como una linda niña cuidadora

de sus cabellos, muñecas y vestidos.

 

 

Buscas y esperas saber cuidar:

la mineralidad escondida en grutas, por cavernas;

los enigmas, respuestas recostadas

en las rocas que, exuberantes se elevan,

y en la más simple y diminuta de las piedras.

 

 

Buscas y observas sacando partido:

los hilos de la tierra. El encaje, la aguja y el dedal,

el ruido de la lombriz esparcido

desde la última hasta la primera.

La espontaneidad sutil y graciosa, delicada y perecedera,

sublime por original, de las flores,

cuando rezumando, aparecer quieran.

 

 

Interrogas tras el tropiezo que resulta hallazgo:

a los arbustos mientras se zancadillean sus ramas,

liados, cabizbajos pero productivos,

que aromatizan las pausas y el baile

de las libélulas cuando planean.

Ellos demuestran la valía del esfuerzo cognitivo.

Y árboles que cobijando a las sombras

iluminan al descanso con su frescura,

arrecian sobre la piel del planeta.

E hidratan con las raspas que les extrae el viento,

con sus maderas, hojas y musgo.

Exudan su resina; ya sean robles, encinas,

abetos, pinos, cerezos o almendros fornidos.

 

 

Arrebata tu identidad.

Magnética descerraja, es lima que sierra rejas.

Honesta como la harina,

humilde como zapatos.

Neutro es tu pan al comerse, neutro que no insulso,

no contempla sustancia alguna que corrompa embarazo.

 

 

Tan preciada es la honda huella cual nos dejas;

aguadora de mi sed.

Y por bondadosa, eficaz ha sido y por siempre queda...

fluyendo, como manantial.

 

 

318-omu G.S. (BCN-2012)