Desperdicio
las horas
que una vez acostumbre
a soñar contigo,
y repaso
en mi mente
los absurdos
versos
que no te conquistaran.
Dispuesto a perder
los atardeceres
que quise descubrirte
entierro
toda evidencia
de vida
dentro de mí.
Me rindo
ante las sombras
que tu corazón
escogió para mi faz,
y me alegro
que no te des cuenta
de mi verdadero rostro
de mis intenciones
y mis sueños
contigo.