Recibí de los dioses bendiciones pasajeras,
momentos llenos de vida,
sensaciones verdaderas sin principio ni final,
solo instantes de verdad agradecida.
Mas mi interior esperaba,
y esperaba,
y esperaba,
ese instante supremo
que te envuelve en la alborada
cuando el sentir se hace eterno,
cuando miras a tu amada
y el corazón se derrite
al observarla colmada
por tu amor y devoción
y por tu entrega probada.
Ya no espero,
pues aquello que esperaba
ha llegado a mi existencia
adornado en resplandores
con el aura de su esencia.
De la mañana, mi estrella,
en la tarde un arco iris,
en la noche…firmamento
que me arrastra hacia sus luces
deshojando sentimientos.
Ya no existe
ni principio,
ni final,
solo un instante supremo…
troquelada eternidad.