Un soneto me pide que le escriba
y le doy mil, junto con una rosa,
esa mujer tan bella que cautiva
es musa de mi verso y de mi prosa.
En catorce versos le digo ¡hermosa…!
El corazón palpita y está viva
esta llama de amor que en rumorosa
ha penetrado en mí aún siendo esquiva.
Y le daré un soneto cada día
con cariño sincero, grande, hermoso
poniendo en estos versos la alegría
dejándolo a sus pies cual amoroso…
mientras el dejo de mi voz se alía…
al amor que entrego bullicioso.