Que largo pasa el tiempo, cuando el silencio,
Se clava en el alma y en el espacio, hay dolor,
Que me atosiga, mientras ando por el camino,
Día lleno de cambio, matices de la naturaleza,
Sol que quema y marchita, en medio del día,
Por la tarde quietud, mientras la brisa refresca,
En la noche, tormenta que destroza y provoca,
Y en medio del clima, el vaivén que se siente,
Por lo frecuente, ya como parte de la rutina,
Y se pregunta uno, será castigo, o solo premio,
Al descuido que le damos a la naturaleza viva.
Y mientras se sigue el paso dado, por en medio,
De la sierra majestuosa… entre abismos y pretiles,
Oteando como lobo, los sonidos del paisaje, (nada),
En medio del todo, solo el canto lúgubre del búho,
Se deja escuchar por buen rato, mientras avanzo,
En la búsqueda del destino, que tatuado al nacido,
Entre las nubes de repente se asoma la celestina,
Que me acoge y refresca, la mente ya enamorada,
Y como remanso a la cansada mente, (como suave);
¡Si! ¡Como suave brisa!, que tranquiliza y me encamina,
En la búsqueda, de tu ser enclavado, (por toda la vida).
Magia que me regala el soñar en tu presencia lejana,
Pero al momento tan sentida, (como si fueras mi piel),
Y deja de sentir cansancio el cuerpo, y presto el paso,
Automático, se apresura, para seguir la luz que deja,
Por en medio de la selva, la luna, para poder encontrar,
El espíritu, que brota como manantial, mientras el viento,
Me arropa con los pétalos traídos, (con el aroma delicado),
Que emana de tu cuerpo, ya entregado, hoy tan añorado,
Y sin dejar de avanzar, me siento por ti acompañado, y,
También protegido, con las delicadas y melódicas voces,
Que mimosa, en mis oídos, (como susurro), ¡me dedicas!