Todavía no llegan a ser las 06:00 am y los pájaros revolotean cerca de mi balcón pidiendo su ración diaria de frutas semillas que le colocamos a diario en el comedero, hoy llueve y el canto de las pequeñas y hermosas aves se torna ansiosa, como pidiendo que nos apuremos por el clima.
Los pajarillos cantan y “discuten”, como a diario, por la comida, pero para todos hay. El comportamiento y lo sonoro de sus “discusiones” se me antojan a esas posadas de épocas postreras donde los clientes cantan, gritan, pelean, beben y comen con mucha energía y desorden.
Observo los techos húmedos y plateados de las casas vecinas, las hojas de los árboles se mueven a los compas de las gotas de lluvia, huelo a tierra mojada a la humedad de los troncos de los árboles, huelo a leña mojada que se quema en una fogata cercana y siento el humo que se mezcla con la lluvia, se asemeja a la neblina escasa pero de un tono gris diferente.
El viento fresco y húmedo traen gotas de lluvia hasta donde me encuentro sentado, observando todo, toda esta armonía…y me siento parte de ella… respiro profundo y siento que toda la naturaleza que está a mi alrededor se combina con mi espíritu… con mi alma, con mi conciencia y sueño….
Recordé una frase de W. Disney “Si lo sueñas, lo puedes hacer” y con ayuda de mis binoculares anduve por las ramas de los árboles: “soñé oler y tocar” el musgo de los troncos, las hojas húmedas que se batían en duelo con las gotas de lluvia, los nidos de los pájaros y ardillas, los insectos que hacen vida en las flores de una enredadera que logró llegar a la cima de varios árboles…y en éxtasis me sentí parte de toda esa armonía hermosa que me turbaba y me sentí feliz...
Di gracias a Dios por esta experiencia.