¡Qué profundo estallan los truenos
cuando en el alma llueve!
¡Qué urdimbre de silencios
entre las aguas crece!
Gota a gota un manantial
de desencantos
emerge
desde el fondo rocoso de las penas:
enjambre de silencios se desgrana,
se precipita,
inunda el desfiladero
de las mejillas claudicantes.
¡Qué profundos los truenos
del alma y
-sin embargo-
¡qué exteriores los silencios!