El caminante olvida su buey en el camino
Y prosigue su destino reiterando que quizás no necesita de nada ni de nadie
Pero su corazón invade la nebulosa
Y se sienta a pensar en las cosas que le pasan a diario
El honorario, el horario, el notario, la historia del barrio
Sus estados de ánimos, sus deseos primarios
Y no se siente del todo contento
Un pare al estado del cuerpo en medio de la tormenta que avecina
Que importan las heridas, los desquicios, las monedas
No le importa nada más que lo que lleva consigo
Caminante de caminos escondidos en las lágrimas de un poeta cualquiera
No le basta la condena de hogar
Ni su indisposición social
Trapos sucios y monedas de plata que nada le llenan como compañía
Un efímero deseo de triunfo que se opaca con la niebla que arrasa
El caminante amenaza su propia existencia
En una justa sin cuartel que se apaga como luceros en madrugada
No espera nada ni piensa en quien le acompaño
Ya se empaño el espejo que lo guiaba a su meta
La guarida secreta del villano era invisible
Perdiendo el margen posible de ganancia
Caminante de desgracias en un universo macabro
Atado a retazos de tela vieja en su propio sendero
Caminante viejo de vivir sin vivir
Se dispone a seguí y muere
En un estado que no le recuerda por lo que hizo
Olvidado cuesta abajo
Desolado en su discernimiento no aprobado
Partió del mundo a los brincos
Siempre evitando parecerse a nosotros
Gente del común con los mismos destinos
Gente como tú o como yo que morimos vencidos.