Madre, quiero decirte que durante estos aciagos años sin tu presencia, en los que aprendí a vivir con la realidad de que materialmente no eras eterna como pensaba cuando niña, pero que en mi vives así, como te recuerdo bella lozana, dulce y luchadora. Todos los días de mi vida pienso en ti, con alegría por haber sido tu hija y con dolor por tu partida. Aún lloro tu muerte madre, porque duele no tenerte pero me regocijo en la constancia que me da la Fe que supiste inculcar en mí. cuando entendí que eras humana porque no eras perfecta te amé más porque te sentí más cerca y te adoré porque como madre tenías parte de la divinidad del creador, si madre eras humana y eres divina y albergo en mí el cálido recuerdo de tu caricia suave de tu abrazo tierno de tu fortaleza como mujer y atesoro los recuerdos que germinan en flores vivientes cuando veo a mis hijos mis nietos y valoro el ejemplo de tesón de templanza que me diste.
Te amo madre por todo lo que fuiste y por todo lo que eres. Porque eres para mi ¡Eterna madre!