UNA SALIDA
Jamás vislumbrar una salida
pensé costara tantos años,
tantas preguntas deshojadas
en aquellos cautos escondites,
tantas flacas tentativas
de morir ilustre por cobarde,
por no asaltar los controles
que nunca llevan a nada.
Jamás coleccionar paraísos
pensé costara tanto fuego,
tanto quemor de juventud
ciega de absurdos deseos
que fue hasta encontrarte,
que murió, amor, al enamorarte,
que suspiró solo de vejez
prematura con su cara rosa.
Jamás acertar en el destino
imprevisto fue cosa más aprovechada,
mas golosamente asumida,
cuando fue el vivir un infinito
de tinieblas, un triste laberinto
para vagar, sin respuestas
de la tierra ni del hombre,
cargando el misterio de la locura.
Y de esa lejana tarde contemplar
tu sonrisa colmada de esperanza,
no era algo nuevo, sino único,
inmenso, mas bien un mundo
naciente construyendo su sol,
quizá el suspiro de los dioses
profetizándote tu amanecer,
partiendo el silencio en dos.
Allí donde las sendas confluyeron
y dejaron lejos las distancias,
donde los pasos se hundieron
en la fertilidad de primavera,
o donde las manos acariciaron
con cuidado las verdes heridas
que ya la Luna cicatrizaba,
y empezamos a oler a tentación …
Cantaron los pájaros anunciando
cómo la vida se nos regalaba,
cómo los ojos se desperezaban,
cómo el atrevimiento daría placer,
cómo las palabras serían justas
sin siquiera abrir la boca,
sin apenas forzar promesas,
porque el presente era insólito.
Tú, recuerda esa emoción,
sonríele a aquellas timideces,
pues eran nuevo sentir puro;
a aquel fantasma del pudor
que pronto será desnudado,
azotado, vilmente calumniado;
disfruta de aquellas victorias,
que nunca nada en tu pasado
mereció más el haberlo hecho,
y el haber destapado las esencias
de la libertad, hallado las fórmulas
de la felicidad, untado el cuerpo
de amores, aspirado el éxtasis.
No, nada mereció más el haberlo hecho,
nada antes hizo posible tanto calor,
tanta fuerza para volar,
tanto sustento sin fin ni medida
en ese vergel arrebatado a Dios,
donde elaboramos sin dudar
sus esquemas sobre el mundo,
que no quiso legar al hombre,
forzándolo a su destierro eterno.
Mas ese dios nos perdonará
porque queramos huir de todo,
juntos hasta un lugar fantástico,
donde solo el amor tiene sitio.