Tuxtla Gutiérrez Chiapas.
México.
Roberto Reyes Cortés.
5o.reyes.
------------------EL MAR.---------------------------
A LOS GIRON.
Que incomprensible es el mar,
tiene una hermosura rara,
doliente, que palpita.
Es una Intensa inmensidad
perdida entre las aves
y en el ir y venir de olas
despiertas que caminan.
Que imponente es el mar,
como rima su dulce Lejanía,
su triste palpitar lleno de tumbos,
su paciente amanecer entre la luna,
su continuo atronar de notas y silbidos,
de cantos ya perdidos.
Es un ritual de mitos, extraños, paganos,
escondidos.
Quien quiera conocerlo,
no tiene más que verlo,
sentirlo, oírlo,
tocar sus aguas con las manos y respirar
su aroma inconfundible.
Su sabor salino, su misterio.
Es tan grande el mar,
es tan profundo,
que se pierde en el fondo de los ojos,
se llena de gaviotas por las tardes,
de ritmos y sonidos cuando duerme.
Las leyendas que giran en su entorno,
su ayer, su mañana, su tiempo todo,
los crearon hombres que no eran conocidos
y aun ahora después de los milenios,
se repiten uno a uno en los tablados,
en los teatros, los valles y poblados.
Pero quien busque comprenderlo
claramente tendrá que dejar a los ojos
escapar del horizonte,
caminar por los caminos del agua
no explorados,
hundiendo el pensamiento en la cima del torrente
aprisionado,
que sabe de un mar lleno de espumas.
De un mar en libertad que no tiene su agua
torturada por presas y por la última cascada.
En él, en su azul intenso,
se guardan los misterios más raros y profundos,
de cuando los barcos eran maderos y viejos galeones.
Cuando las naves se alineaban en legiones
y se oía el estruendo acompasado de cañones.
Como en una enciclopedia, ante él pasó la historia.
Doradas fortalezas convertidas en cenizas
y de pueblos arrasados por el hambre de conquista.
Pero el mar, es también el baúl en que se miran
los ojos ahogados de los muertos, siempre abiertos,
escarpados, somnolientos, todo quietos,
añorando la imposible llegada a su puerto.
La ventana donde escuchas la voz de la mañana
que despierta besando las montañas
y los cuentos que caminan en los tiempos,
de amores cantados por la noche en una esquina
o en la añosa barra de una rústica cantina.
Ciertamente, que incomprensible
es el mar que a todas horas deambula y no descansa,
si es de noche se cobija con la bruma,
si es de día se rompe a luces de rutina.
No puede nunca permanecer callado,
así se encuentre solo o esté contigo
aun cuando no tiene quien le acompañe,
ni un amigo, ni un relámpago, ni la brisa
que refresque del calor del verano calcinante.
Que incomprensibles son sus vientos y su calma,
su arrullo, la tempestad cuando ensombrece,
y sus tibias olas besando con ternura tus rodillas,
para después romper en festín de truculencia
a las rocas que azota con descomunal violencia.
Que incompleto es el mar sin los marinos,
sin los peces, sin la aurora, sin el amor,
sin el destino.
No tiene un solo andar ni un habitual camino.
Mas el mar es todo un universo,
es canción, es vida, es poesía, es alimento,
es un brindis de salud, mi camarada,
es tu casa, es tu cama, es alondra peregrina.
En el tiempo, el mar ha sido y será por siempre
y para siempre, un sueño, tu libro, tu pasión,
tu leal, inseparable fiel amigo.
Es la última pintura que puedes llevarte
entre los ojos,
el hogar más amoroso, que al migrante
siempre espera.
Cuantas cosas más decir del mar pudiera,
pero me detengo y solo digo fascinado,
eres real reliquia; tu hermosura me tiene para siempre
enamorado.
Nací en él antes de nacer, mucho antes que yo fuera
y en él he de morir cuando amanezca el día,
en ese mi amado mar que ha de ser
mi última morada, mi hermosa compañía.
------------------------------------------------------------------