A veces me siento al borde de la Noche y miro,
como ahora, la Luna redondeando claridades,
en compañía de las estrellas que entre sí se observan
y entornan las pestañas repetidamente,
(algunas se sonrojan como adolescentes).
A medida que transcurre el tiempo los silencios
van ganando la batalla y esporádicos ruidos
poco se destacan, ya no hay voces y las veredas
se van quedado solas con miles de pasos escondidos.
Qué cosas estarán pasando tras el cortinado
que atenúa las luces y son sombras las que vagan
y se juntan en una sola sombra, que de pronto
se hace grande sin límites ni contorno.
Qué estará pasando.
Será la sombra de un amor oscurecido, o el renacer
de nuevas ilusiones, será que todo se borra y se olvida,
no hablan las sombras y si que crean dudas.
Qué estará pasando tras ese cortinado.
Cortinado como tantos que ocultan las verdades,
esperanzas y fracasos, desavenencia, amorío,
la vida sigue, lleva y trae sentimientos,
alegría por un lado y tristezas por el otro.
Se apagan todas las luces y ya no se distinguen cortinados
ni se mueven las sombras, que ha quedado estática la noche
y yo sigo en ti pensando, acariciando sueños como si fueran
tus cabellos, tu piel suave y fragante o tus manos dentro de mis manos.
Se centra nuevamente mi divagar en tu figura, dejando cortinados
y ventanas que se duerman, sentado al borde de la noche
bajo los astros –iluminados pasajeros- y el incesante ir y venir
de los duendes propietarios de dulces y nocturnas utopías.
En tanto las nubes se arremolinan, se juntan, amenazan
y quizás caiga otro aguacero sin vos a mi lado, y que fea es la lluvia
si no estás. Mueren las gotas sin consuelo, no tienen música sino más bien
crepitar de leños con angustias de vacío.
Vuelven mis ojos a la Luna reina, antes que huya a su refugio milenario
de ensueños y poesías.
Luna reina de los cielos, reina de todas las poesías, fulgor de fantasías,
enamorada por siempre del amante, ideal principio de todo arrobamiento.
Vuelven mi ojos a la Luna y mi inspiración dormida vuelve,
vuelvo a ella y a ti te la dedico, por ser única,
por ser la bella dama que encanta mi mirada
y todo mi ser con su ternura.
Estoy sentado, ahora al borde de un poema, pensando
en ti, en la noche y en la Luna, mientras mis párpados se cierran
y dejan enclaustrados tus labios y el sabor de tus besos
hasta que llegue el día.
Derechos reservados por Ruben Maldonado,
(Publicado el 12-12-2009, fotografía de Silvia Calderón)