En la rara y profética hermosura
De halagarla, he tramado la osadía
A quien reina cuando declina el día
Sin más alarde que llamarse: luna
Galileo ungió el más mágico idilio
De adorarla en modo superlativo
A través de su ojo telescópico
Creyó ver en su cráter el ombligo
En sus faces crecientes se empecina
la hechicera procura su brebaje
en su plena redondez hará efectiva
los conjuros a los furtivos amantes
Mitológica, irradia su blancura
De la tierra se aleja y se aproxima
Confirmando la cíclica teoría:
Empieza todo lo que al fin culmina
Contemplarla es rendirse ante su encanto
no sé de poeta alguno, que al mirarla
no sintiera tributarla con su canto
o versar algún poema a su amada
Como todos , me he sentido influenciada
por tu fuerza, tu belleza y tu brillo
en tu manto plateado, obnubilada,
he soñado ser princesa en tu castillo
Más , yo sé bien, lunita de mis sueños
que no sólo acompañas mis romances
eres también lumbre del caminante
compañera de los ríos y su cauce
Allí, en las altas cumbres vas reflejando
al que escala, peldaño por peldaño
acunando para ti los misteriosos
Secretos que no fueron revelados
Ay, mi lunita, yo querría implorarte
un deseo tu magia me concediera
a mi amado, por si acaso no me viera
le recuerdes que no he dejado de amarle.
María Ferretti Gaich