A mi padre al cumplir ochenta años.
Ochenta, cién o doscientos,
¿qué más dá?
nos queda una eternidad
de echar canciones al viento
y volverlas a cantar.
Padre,
Yo te llevo en las entrañas
como el rio que nunca muere
dormitando entre las cañas
de un sol naciente que hiere.
Sol naciente de mis hijos
Iluminando tu tarde
queda tu pasado fijo
con fuego joven que arde.
Nunca morirás,tu padre
que te habremos de encontrar
con son eterno de olas
por la playa al caminar.
Por que los hombres como tu
no mueren
se desvanen
y cantan desde el mar.