Nadie tendría por que abrir las tibias
Esclusas de su internidad,
Pero la carencia de verdadera libertad
Lleva a pensar en lo que parece <<propio>>,
Llevando eso que en realidad es nuestro
A una expresión cualquiera
Suelos para la imaginación,
Y el sueño
Reclamador milenario del extemporáneo futuro,
Enrevesando las estrellas,
Llevándome a mirar a espaldas de la lucidez
La intrincada enredadera
Por donde asciende mis expropiaciones.
Viento cálido impregnado de serenidad,
El cielo abierto cual jaula abandonada deja escapar
Los trinos, los perfumes, el desgrane; y el latido
Como el céfiro que balancea la pluma
Toca los extremos y se reduce a su centro.
Jardín en el deshielo,
Y tus gotas de blanda nieve desahogada
Corriendo por los capilares de la noche
Para pintar con escarchas mi descanso.
Que no te encuentren
Poesía que acude a dormitar bajo los arboles,
Y que con delicia de orfebre enamorado
Engasta los murmullos del rio
A la punta del laberinto
Que se desploma en el silencio.
Que no te descubran
Tamizando la corriente del sosiego
La onza de pensamiento esclarecido.
Que no te arrojen al alba
Con las ventanas de la intemperie encortinadas
Y los reflejos de la mansedumbre ensimismados…
Quizás yo no este cuando hayas conseguido
Sobrevivir del todo a la palabra.
Quizás allá cambiado lo suficiente
Como para reconocer el rincón
Donde te refugiabas de la lluvia,
Apretujada contra el sentido de mi corazón.
Que viene seguro el verano
A poner de nuevo en juego
El esplendido revelador de los colores
Las ondulaciones de mi propio paisaje derivado;
El mar de trigo, de flores y de hierbas.
El vistazo escapado hacia el lugar
De nuestro reconocimiento
Donde se conflagraran las alucinaciones
Y retoña el pétalo salvaje
Donde se vuelven manantiales las caídas
Y el primer temblor causado por el frio
Se desliza hasta el brote
Hasta el nido de la sensación.