Saco mi pluma elegante de poeta
para emparchar los agujeros
que tu ausencia deja en mi vida,
con letra repetida, sin embargo,
por los hambres del amor cautivo
que estropean la rima
y el taco del zapato,
logrando al fin que me descalce
y sólo sea una pluma
y un poeta,
los agujeros,
hilo fino,
y tu ausencia.
Es de noche y
cada palabra que no te digo
se aglomera en mi pecho,
naufraga en mi boca,
se pierde en las caricias
de otras manos que se tocan
y una lágrima de versos,
un puñado de añoranzas locas
ven el cielo un instante
y se desparraman
por mis hojas.
Es normal que yo te ame
aún entre el basto silencio
de tu piel y mi elocuencia,
en el calor de la sangre
que dentro mio palpita
y nutre al pensarte
de rosado mis mejillas;
has escrito,
vas dejando,
los más bellos abismos
en los ruedos de mi vida,
en los días de anestecia,
en los cansancios de mi silla.
No pretendas que mis horas
y estos versos enroscados
tengan sentido...,
es que el olvido,
y los amores contemplados
me han invadido ahora;
la elegancia de mi pluma
me abandonó y bucanera,
descalza de ambiciones,
cargada con las penas,
me dejó este vacío,
un corazón que se ahoga
y el intento de poema.