Finalmente,
he extirpado la atracción
que mantenía cautivos los desasosiegos
no me siento mejor ni peor,
ni siquiera siento alivio,
tan solo sé que hoy,
por fin,
salté el abismo que nos separará por siempre.
Al menos sabré que fui capaz,
tu, te quedarás en tu trinchera.
Me quebré las alas
golpeándome contra la incoherencia de nuestras acciones
dos insectos atrapados
en la pantalla de luz que proyectan
los deseos incumplidos,
los miedos, las soledades…
No te diré adiós,
pues de nada ha de valerme
noche y día, luz y sombra,
nada es lo uno sin lo otro
y sin embargo
existen, están, concurren,
así, fatalmente condenados
a no descubrirnos jamás.