Habla el diablo y todos escuchamos.
La cuchilla sombreada de la Muerte
se pasea dócilmente
seccionando cuellos de inocentes;
mas, cuando creemos que lo relativo
es la mayor de las verdades,
la combustión aflora y devasta
todos los yerros del ser humano.
Regeneración de siglos en un microsegundo
gracias al fuego recóndito e insondable.
Esperanzas que se vuelven cenizas,
ramalazo inmediato que deja huellas de terror,
cenizas que son trasladadas hacia el más allá
por las garridas manos de la firmeza.
“Nacer para morir”
no debería ser olvidado…