El otoño roza la noche
y la mece dormida
entre la belleza ocre
de sus hojas caídas.
Como miles de sueños
se quiebran bajo mis pasos,
y como cobrizos versos
por el viento recitados;
se adormecen sus colores,
se seca cada gota de vida,
desnudando las frías ramas
hasta ayer reverdecidas.
Sinfonía de aromas otoñales
hoy veteada por la escarcha,
se despierta al caer la tarde,
y va destiñendo mi mirada;
con la melodía de un recuerdo
por la que entre lágrimas dejé
en la antesala del invierno
mis ganas de volverte a ver.
Pero a veces me pierdo
con nostalgia incierta,
entre los senderos viejos
de aquella primavera;
cuando este amor nacía
con el sol bañando mi piel,
y convertía esa sonrisa
en mil poemas de papel;
cuando las flores envolvían
mi ilusión con sus perfumes,
y un vuelo de golondrinas
trazó en mi cielo tu nombre.
Como a los árboles espero
desvestir ese día primaveral,
y desnudarlo de sueños
coloreando de ocre su mirar.
Así sostengo al corazón
que late casi desarmado,
antes que suspire al sol
y termine deshojado.
Pero lo disfrazó de lágrimas
este cielo mío enamorado,
hasta que desplegó sus alas
un tibio atardecer de mayo;
Y sentí que el horizonte otoñal
de un sutil amanecer,
nubló con la bruma del mar
el claro de luna que amé.
Ceci Ailín