Se escurre como el viento
abrazado a la frágil luz.
Indecisa, en un instante,
bajo el tormento de la presencia.
Como un clamor difuminado,
al borde de un mar de sollozos
repleto de silencios quebrados.
Como aquel amor pasajero
de efímera pasión concertada
entre magnolias de aromas lastimados.
Como hálito que solloza
en busca del fondo perdido
tras el preludio de un infinito lamento.
Como esa altiva mirada
que brota del destino,
acunada en la lejana ingravidez
del alma desnuda de la inocencia.