Sé que alguna vez me encontré
escribiendote en el atardecer
palabras de amores susurrados
y sentimientos jamás contados.
Sin querer fue que me atreví
a soñar con momentos inusuales,
que no eran reales ni casuales,
sino el porque de mi vivir.
En ellos la perfección tenía
tu rostro bello de mujer,
en tus brazos mi alma se perdía
y mi corazón se rendía a tus pies.
Pero era tan sólo un dulce sueño
en el que pude permitirme sentir
que alguna vez de tu corazón fuí dueño
y que juntos empezamos a vivir.
Sé que alguna vez me encontré
esperando con tristeza el amanecer
pues con crueldad se quería llevar
todo lo que nunca pudo ser.