En los ecos del murmullo del silencio, en una noche cualquiera en el lugar que fuera
el ambiente de una suave brisa tímida nos acariciaba y
nos tentaba a soñar toda clase de lujurias y pensamientos sucios de amor profano,
en cada poro de tu piel sentía tu calor y nuestra piel erizada,
acercándote lentamente y cada vez mas cerca hasta parecer una sola
tus manos parecían comenzar a reconocer cada centímetro de mi piel en cada caricia
y mis piernas que rodeaban las tuyas entrelazadas con mis caderas rozaban de manera sutil nuestros cuerpos húmedos impregnados de agua salada de dos mares distintos,
mis pezones enrojecidos y erizados al par de los tuyos en tu pecho recargaban mi cuerpo
que te pertenecía cada vez mas, en ese constante balanceo de pecado y placer
en el que éramos victimas de nuestra propia condena
y de manera dulce, soltábamos un susurro de amor con nuestras voces entrecortadas en gemidos y sollozos excitantes de locura
y mi lengua traspasando tus barreras lamía con tal delicadeza cada parte de tu cuerpo para terminar en tu boca,
en aquella mirada de apariencia soñolienta en las que nos reflejábamos entre sonrisas tímidas en un despojo de cuerpo y alama, en el morir y vivir al mismo tiempo en el deseo.
Y agarrándote de mi para no caer, comenzabas a beber el néctar de mi miel
y tragábamos ese dulce veneno que nos mantenía vivas y unidas,
escuchabas tu corazón en mis latidos acelerados
y aprisionándome de tu cuerpo amordazado de mis labios, oprimiéndome más y cada vez más con nuestros muslos frenéticos hasta que te tatuabas en mi
y suavemente me soltabas una y otra vez hasta que la temperatura bajaba al llegar la calma
y recargándote sobre mi regazo cerrabas los ojos y dormíamos para continuar este sueño entre sábanas…
Con cariño de Susana Nayeli flores fuentes para mi musa Anali, dulces sueños