En un rancio mercadillo
donde todo se compra y se vende,
donde los precios se susurran
entre mercaderías nuevas y viejas
expuestas en tenderetes improvisados
que no guardan del frío ni del hambre,
encontré una verdad de saldo,
y me la puse.
Nadie se ha dado cuenta,
creo que está pasada de moda.