El contrato
La poesía me tiró del pelo,
rompió mi muela, me escondió el zapato,
se puso a llorar junto a mi retrato,
subió el arriendo, me dejó en el suelo.
Tenía guantes de oro y un anzuelo,
un piojo, una lombriz y un arrebato,
un niño que escribía un garabato,
un hombre que al dormir alzaba el vuelo.
Y quiso darme más, pero en el cielo
yo andaba con mis culpas sin mandato,
yo andaba con la carne puesta en celo.
Y así la vi pasar, la gocé un rato,
preñada la dejé, le di un pañuelo
y por no verla más rompí el contrato.
18 05 12