Como cuando de ingenuos horizontes
volaron de mí a ti mis irisados pájaros
y los dejé revolotear entre tus brazos,
ahora que al adiós… ¡todo lo mudamos!
el agua demente de mi frágil párpado
no bañará el cadáver que abrazamos…
Igual con tu partida nada se detiene;
no hay suicidio de oleajes en mi alma,
la lluvia con su lágrima por la ventana
no nublará los espejos ni las palabras.
Sobrevivir si mal… ¡amarte hasta morir!
… la cordura sobreponer a la amargura
y cuando aún insepulta… ¡me consuma!
imaginar que la distancia… nos ayuda
y dar fugacidad a las águilas cautivas.
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Propiedad intelectual Lucero Moscoso
Bogotá D. C. Colombia.