Un teatro. Un escenario.
Luz tenue. Sala fría.
Sin espectadores.
Subo escaleras. Centro mi figura
en mitad del escenario.
Miro la platea.
Imagino estar viendo
mucho público. Gente expectante
de lo que voy a representar.
Comienzo... " Queridos míos,
esta noche es muy especial para mí.
Es mi última función.
A través de todos estos años
he estado ante ustedes
con un sin fin de personajes.
Risueños, cómicos, dramáticos...
Qué es lo que esta noche
les gustaría que interpretara?
Yo... qué sé yo...
me parece que ya no me quedan
personajes para interpretarles.
Pero me agradaría..
Me siento mal. No se vayan.
Los necesito. Con la presencia
de ustedes me siento siempre
tan feliz. Pero hoy en mi corazón, en todo
mi ser siento una profunda tristeza.
Quisiera representarles ... una escena
que nunca la hice.
Pero, quédense. No me dejen solo.
También esta noche deseo
sentir en mi piel la feliz sensación
de vuestra presencia.
Estoy... como les dije...
feliz! e interiormente va unida
una profunda tristeza.
Hoy... me despido de ustedes.
Recuérdenme siempre
con alegría. Los amo.
Siempre los he necesitado y amado.
Son el alimento de mi alma.
Pero... no sé qué me sucede realmente.
Siento mi corazón acelerado.
Es por emoción al estar delante
de ustedes. Pero me embarga
una angustia... Perdónenme.
No me dejen solo.
No, todavía no se vayan.
Sigan acompañándome.
No me gusta estar solo.
Les prometí mi última actuación."
( Saco de mi bolsillo
una pequeña botella de agua.
Un frasco. Unas pastillas.
Las ingiero. Siento un terrible
dolor de cabeza y estómago.
Mis pulsaciones aceleran.)
" Mi amada gente, mi querido público,
los dejo, pero... no me dejen solo.
Por... favor... Oh, Dios!...
Me ahogo... Me... muero..."