Escuchaba el poeta platicar un día
A una lágrima vieja
Y a un joven suspiro pasajero:
Yo nací suspiro, para ser un enamorado
Y yo fui lágrima, para convertirme en verso
Yo me extasié como suspiro, en éxtasis profundo
Y yo nací lágrima, para extrañar a mi adorado
Yo no soy suspiro para perderme de la vida
Y yo no soy lágrima que no encuentre poeta
¡Vamos amigos! Replicó el poeta
Lágrima y suspiro, dense un beso ¡por Dios!
¡Que me impaciento!