Pregunté al viento
si en su cálido pasar,
su hechizo, su hermosura
Afrodita de un sueño,
una palabra, una caricia
un soplo de su magia
para mí quiso dejar.
Pregunté al viento
y en confuso remolino
su cara, cobrando vida para mi alma,
se elevó y se alejó
en única y divina danza;
se desvaneció en el pasado
vestida de murmullos
dejando el ahora impregnado
de aromas de esperanza.
Al viento pregunté
y no me contestó:
Dime en qué puerto
su barco amarrado quedó,
dime en que mar,
en que noche para siempre durmió;
Háblame con tu veleta,
guíame entre silencios,
piérdeme para siempre
y haz -con misterioso soplo-
que empujado de las olas
junto a ella vuelva a despertar.
© Jpellicer