Ilógica-mente, todos se parecen a ti.
Pero ninguno eres tú,
con el rostro que amo
y las manos que ansío.
Incansablemente,
ya te sentí en todas partes,
pero nunca estuviste
y yo jamás volveré.
Si puedes, aconséjame qué hacer
cuando todos me reciban,
cuando algunos me amen,
cuando muchos me deseen...
Y ninguno tenga la sonrisa amorosa;
ni los ojos de cielo, que de ti adoré.
Si puedes, dime que me amas;
aunque ya no te escuches...
sólo yo te creeré.