He besado tus ojos de aurora
-mi refugio de viento cuando zumbas trova-
con el anhelo del vientre y su contoneo
habitaste en el zaguán de mi delirio
que nace del torrente de tus labios.
Te pertenezco,
calando y celando tu ambrosía
en el cóncavo plumaje de la palabra
o en el éxtasis que florece con lluvia de muslos.
Me perteneces,
cuando me rocías con el baño de la mirada
con el azul de las aves que dan rienda suelta
a los sueños voladores.
Hoy tu boca ha amanecido otoño plácido
llenando mi piel de malvasías.
*
© I.M.M Todos los derechos reservados