Blas Roa

A mi Padre.

Como me abraza el tiempo

en estos días tan novedosos

a ti te imprimo este abrazo

que hace mucho se guarda.

 

En las ruinas de aquel joven

que fuiste y tripulaste

valiente de lo cobarde

hombre fiel de su filosofía.

 

Hay quienes te odian

por no decir que te aman;

te valoran quienes claman

de ti siempre el buen consejo.

 

Capataz sin sable,

redil de los demonios

amigo íntimo de lo sabio

terco añil de la experiencia.

 

De ti siempre la vida alegre

donde se viste humilde tu acento

bondad de pureza y oficio

que encierra tu pecho entre llaves.

 

Poeta de las historias

que cercenan el silencio

cuando de velas se reemplaza

el ruido artificial de la otra luz.

 

Sin lágrimas en tu blues

cuando te visita la agonía

tu coraza de acero romano

jamás te expuso al llanto.

 

Quien quiso seguir tus pasos

de palabra firme y ejecutante

supo bien al instante

que no es fácil ser un Cacique.

 

Lo que de ti el llano edifique

con el sopor de su suelo plano

donde dormir es tarea en vano

y eso no te lo aprendí.

 

Tu alambique de enhorabuena

entre risas y parientes

eras tu el sagás teniente 

haciendo de bodas lo que es luto.

 

Tarzán loable, plebeyo complejo

gran pez de terciopelo

con la piel de vino tinto añejo.

tu que jamás en el mundo dejaste

huellas de malos asuntos.

 

Los que viven te dejan rosas

en las palabras de tu respeto

que no existe pero 

que te frene la rutina.

 

Papá! ¿qué de mi sería?

sin tus avisos de buena gana

por los que gané mala fama

pues nunca aprendí hacer caso.

 

Y fíjate bien, Dios sin trazo,

a pesar de poner los hombros

no tuve cuidado de los escombros

que dejé cuando transgredía

tu argumento de empírico padre.

 

Que yo. por mala gana y cobarde

quise ser lo que no te agrada.

jamás ingeniero

jamás importante

y aun así, y sin hacer alarde

a tí, a Cinthia y mi madre

les hice una bella cornisa

a la que llamo con una sonrisa

lo mas bello de mi canción.

 

Blas Roa