joaquin Méndez

Mi boca se precipita a tus pezones.

Yo sentado en las sombras,

entre la tétrica arboleda. 

Allí, mirando las estrellas,

con la mirada lánguida y triste.

Intento ver tu cuerpo

desnudo en cada estrella,  

en cada destello de las tibias luces.

 

Cierro mis ojos y tus blancas carnes

con aromas de jazmines

 aparecen en mis sueños, como cuando

aparece una mariposa revoleteando

entre las flores de los naranjos,

que lo pintan todo de verdes colores

con matices blancos de sus azahares.

 

Tus bellos ojos marrones

me miran con picardía

y mi corazón acelera su ritmo

bombeando más sangre a mis arterias,

la excitación aumenta

igual que mis deseos de hacerte mía.

 

Extiendes tus manos hacia mí,

me tocan tus cálidos dedos

 acaricias mi cara, mi cuello,

 acercas tu boca a la mía

y percibo esa frescura de tu aliento

que me perturba la mente

y me convierte en una fiera.

 

Mis brazos rodean tu cuerpo,  

con ímpetu, te atraigo hacia mí,

 tú exhalas un largo suspiro

 y tu cálido aliento enloquece mis sentidos.

 

Mi boca busca tus labios con frenesís,

con unas ganas enormes

de comer tu lengua que hurga 

 en el interior de mi boca jugando con la mía.

 

Te la mordisqueo un poco

y tú te aprietas contra mi pecho

como si te quisieras meter dentro de él.

Desabrochas mi camisa

con manos temblorosas

yo te quito tu suéter y quedan

al descubiertos tus exuberantes pechos,

que aunque no son muy abultados

pero si duros y apetecibles

como dos pomelos pero en dulces.

 

Mi boca se precipita a tus pezones

que parecen dos cerezas maduras

pidiendo ser comidas,

yo chupo y chupo hasta que tú,

te vuelves dejando tu culito

pegado a mi miembro

que ya esta apunto

para el acto que se avecina.

 

Te quito tus vaqueros

y aparecen tus nalgas pujantes

dura como muelles,

arranco tus braguitas

para dejarte totalmente desnuda

y a merced de mis deseos.

 

Te di la vuelta y tu linda perla

quedo ante mis ojos…

entonces pensé, si, si,

pendes me dio tiempo a pensar,

que un cuerpo tan lindo como el tuyo,

merece gozar, disfrutar,

vivir y sentir mucha alegría,

se merece lo mejor porque ese cuerpo,

es tu cuerpo y tú, tú,

te mereces todo lo mejor de la vida.

 

Me arrodille y comencé a pasar mi lengua

por la entrada de sexo,

libando la esencia de tus espasmos

tu orquídea se humedeció,  

tú jadeabas cada vez más seguido,

tus piernas se abrían y se abrían

intentando que tu flor quedara

más a merced de mi lengua.

 

Te conduje hasta la cama

y sobre ella seguí lamiendo y lamiendo,

al compás de tus excitantes gemidos

que me sonaban a la más celestial música,

con la que comencé un baile pegado

a tu cuerpo como tu otra piel,

mientras nuestras bocas

se hablaban con pasión y besos.

 

Autor. Joaquín Méndez

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16/05/2012 0:45:22-