Estamos hechos de miedo,
con partículas de miedo,
desde nuestro miedo
hasta el miedo ajeno.
Somos miedosos,
miedos que andan,
miedos que lloran,
miedos que piensan.
Somos los miedos
que con miedos
matamos otros miedos,
y así temiéndonos
sucesivamente
los unos a los otros,
los unos a los unos,
los otros a los unos
en un nudo de miedos,
en una noria de miedos,
dándole vueltas al miedo
seguimos teniendo miedo,
un miedo sin remedio,
un miedo atroz,
un miedo voraz,
un miedo veloz,
un miedo sin paz,
miedo a lo que piensan,
miedo a lo que dicen
miedo a lo que piensan
y no dicen,
miedo a lo que parece
y no es,
miedo a lo que nos cuentan
y a lo que callan,
miedo a la verdad,
miedo al engaño,
miedo a la soledad,
miedo a las sombras,
miedo a la luz,
miedo al presente,
miedo al futuro,
miedo a soñar,
miedo a volar,
miedo a caer,
miedo a sentir,
miedo a sufrir,
miedo a crecer,
miedo a envejecer,
miedo a la vida,
miedo a la muerte,
miedo al etc…
Pero de todos los miedos
que somos,
poseemos,
padecemos,
obramos,
escupimos,
en este miedo miedísimo,
en este gran miedo global
que es la Humanidad,
con sus miles
de kilómetros de miedo,
con sus millones
de toneladas de miedo,
sólo hay un miedo
que me da miedo,
el miedo de todos los miedos
el auténtico miedo
porque no hay peor miedo
que el miedo a amar
porque sin amor
aún matando todos los miedos,
todas nuestras cobardías,
nuestro mundo
sería tristísimo:
un inmundo infierno de valientes.