Entre los peñascos de piedras calizas,
Donde florecen los chaparros y acebuches,
Huele a intenso aroma de brisa de monte.
Cantan los estorninos, al posarse en bandadas
Tiñendo el cielo de negro, para comer el fruto
de aceitunas zorzaleñas.
Emprende el vuelo la avutarda, para calmar su sed,
En el cauce del riachuelo fresco,
Mientras la jabata con sus rayones se bañan de lodo
Entre jaras y cañaverales, junto al espeso matorral frondoso