En la cadena de tu condena
de recuerdos eslabonados
fui el quiebre estruendoso
del hoy con tu pasado.
No quise ser
la palabra-promesa
de un mañana esquivo
sino el grito urgente
del presente
que se clavó en tus oídos.
Por ti fui martillo, clavo,
grito de luz infinito.
Te entregué todos los océanos
en una lágrima, comprimidos,
y te ofrendé en un grano de arena
todos los desiertos del mundo.
Y tú dejaste morir una rosa
en una noche de frío...
No tienes perdón!
Eve V.Gauna Piragine