No sufras más amor que el siguiente
paso te dejara tranquilo,
a que temes a la muerte si te ha de
llevar a la eternidad.
Para que seguir con la soga al cuello
si no quieres saltar al vacío,
de que te sirve una navaja sin filo
recorriendote las venas,
o el veneno para ratas sin diluir
en el agua.
No te compliques más con el
suicidio,
porque pronto
entregarás
los ojos hinchados,
los labios fríos,
la nariz rota,
los oídos reventados,
y el corazón que apesta ya.
Descansa y disfruta del sacrificio
que hace ella de ti en ofrenda
a su infinita vanidad,
mientras que antes de que
hunda su daga en tí,
veas por última vez
su sonrisa victoriosa.