Nubes llegan lentamente
acercándose a mi alma;
son nubes de tormenta,
augurios de desgracia.
Las acompaña un fuerte viento,
silbante, frío y cortante,
rodean mi corazón desierto,
coqueteando con mi sufrimiento.
Comienza una densa lluvia,
gotas cargadas de temores;
llena de penas y de angustias,
empapa mi ser falto de amores.
Ya los relámpagos van cayendo,
resuenan los truenos, sus hermanos,
hiriéndome más a cada embate,
en mí su poder descargando.
Y al final, como siempre,
la tormenta ha finalizado.
Su terror ha terminado,
deja destrucción a tu paso.
Mi alma destruida,
mi corazón destrozado.
¡Oh, portentosa tormenta!
¿Por qué tuviste que haber llegado?