Ningún poema te va a salvar de la existencia,
lamentablemente,
no sé cuál es el fin de las cosas,
de estas cosas, que nos rodean, o nos acechan, o se mofan,
no sé, no hay medida para ese vuelo
de insecto torpe que se llama vida,
¿pero tú qué sabes de la vida muchacho? ¿tú qué sabes?
Yo no sé, no me maten si digo que los poemas no salvan a nadie,
los poemas están, por alguna vanidad, en nuestras manos,
y no son escudos, ni espadas, ni rifles ni escopetas ni fusiles ni granadas,
ni algo que te corone como poderoso, en la tierra,
los poderosos no pueden escribir poemas,
ni los afortunados en todas las edades de todos los espacios,
es imposible, no concuerda, no se puede.
Y no voy a sacrificar mis alas de tormenta y de días nublados,
mis pies de lluvia desvaneciéndose
en efímeros caminos eternos de amable soledad
por un cetro y una capa roja de piel de armiño,
que luego la polilla consumirá
en este mundo, que no tarda en fallecer, y ningún poema, podrá salvarlo.